marzo 18, 2024

Cuidadoras no remuneradas, símbolo de la desigualdad en Chile



En el Día Internacional de la Mujer, miles de chilenas de todas las edades salieron a la céntrica Alameda de Santiago para manifestarse pacíficamente durante varias horas y convertir a la capital chilena en un escenario de protesta y reclamo por sus derechos. Entre ellas, mujeres cuidadoras, en ocasiones acompañadas de otras mujeres dependientes. Imagen: Orlando Milesi / IPS


En Chile, al igual que en resto de América Latina, la labor de cuidar personas con discapacidad, ancianas y de edad infantil recae en mujeres que, debido a ello, no tienen vida digna, acceso a trabajos remunerados ni tiempo para sí mismas.

El trabajo doméstico y de cuidados no remunerado es crucial para las economías de la región pues representa alrededor de 20 % del producto interno bruto (PIB).

Mediciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) revelan que en 16 países de América Latina las mujeres dedican entre 22,1 y 42,8 horas semanales al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado. Los hombres solo entre 6,7 y 19,8 horas.

Ana Güezmes, directora de la División de Asuntos de Género de la Cepal, dijo a IPS que “en la mayoría de los países las mujeres trabajan más tiempo total, pero con menor proporción en horas remuneradas”.

“Cuando se nombra a mujeres cuidadoras se está nombrando al grupo más afectado por las condiciones de división sexual del trabajo y de reproducción de la familia”: Teresa Valdés.

“Este trabajo, fundamental para el sostenimiento de la vida y el bienestar social, es asignado socialmente como una responsabilidad de las mujeres, de manera desproporcionada. Esta situación impacta la autonomía, las oportunidades económicas, la participación laboral y política de las mujeres y su acceso a actividades de ocio y descanso”, indicó Güezmes en la sede de la Cepal, en Santiago.

La situación está lejos de cambiar pues se replica en mujeres jóvenes que dedican hasta 20% de su tiempo al trabajo no remunerado.

Paloma Olivares, de 43 años, preside la Asociación Yo Cuido en Santiago de Chile, que reúne a 120 integrantes, solo dos de ellos hombres.

“A las mujeres cuidadoras se nos niega el derecho de participar en igualdad de condiciones en la sociedad pues se nos obliga a elegir entre ejercer nuestros derechos o realizar el trabajo de cuidados. Y no podemos elegir porque es un trabajo que realizamos a un ser querido, a un familiar”, contó a IPS.

“Quedamos en posición de desigualdad, de vulneración absoluta porque tienes que abocar tu vida a sostener la de otro en desmedro de la vida personal”, aseveró.

Olivares dejó de trabajar para cuidar a Pascale, su nieta, quien nació con parálisis cerebral e hidrocefalia.

Tres días después de nacer, una bacteria se alojo en su sistema nervioso central. Estuvo casi un año hospitalizada y quedó con una dependencia severa.

Entonces le dieron 7 % de posibilidades de sobrevivir. Hoy tiene 8 años, va al colegio y hace vida casi normal gracias a la labor de sus cuidadoras.

Ahora es cuidada por su madre Valentina, quien la tuvo a los 15 años. Paloma pudo retomar un trabajo remunerado, pero su hija abandonó los estudios para cuidar a Pascale.


“A las mujeres cuidadoras se nos niega el derecho de participar en igualdad de condiciones en la sociedad pues se nos obliga a elegir entre ejercer nuestros derechos o realizar el trabajo de cuidados”: Paloma Olivares.

“Cuando uno comienzas a ser cuidadora, las amistades se terminan, porque nadie puede seguir este ritmo. Incluso la familia se aleja. Por eso la mayoría de las familias cuidadoras son monoparentales, la mujer queda sola cuidando porque el hombre no soporta el ritmo y la carga emocional y económica”, resumió.

Olivares participa desde el martes 12 y hasta este jueves 14 en una audiencia pública, digital y presencial, sobre el derecho al cuidado y su interrelación con otros derechos, en una solicitud colectiva de varias organizaciones sociales y gobiernos de Chile y otros países latinoamericanos ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH), con sede en San José de Costa Rica,

En la solicitud de opinión de la CorteIDH «pretendemos que se pronuncie acerca del derecho al cuidado y cómo se han vulnerado los derechos especialmente de las mujeres porque no haya políticas públicas al respecto. Buscamos que la Corte se pronuncie sobre el derecho al cuidado y cómo los Estados deben abordarlo para que se garantice este derecho y se deje de vulnerar a las personas que cuidan», explicó.

Se espera que el pronunciamiento al respecto de la CorteIDH sea en abril y podría establecer parámetros mínimos respecto a las mujeres cuidadoras para Chile y los demás países latinoamericanos.
Situación crítica de mujeres cuidadoras

Millaray Sáez, de 59 años, relató a IPS telefónicamente desde la ciudad de Concepción, al sur de Chile, que su hijo Mario Ignacio, de 33 años, “ya no es la persona autónoma que era. Desde el 2012 a la fecha esta convertido en un bebé”.

Ella preside AML Bío Bío Corporación, una asociación de mujeres de la región de Bío Bío creada el 2017 para abordar el empoderamiento femenino y hoy dedicada al tema de las cuidadoras.

“Soy cuidadora desde hace 30 años de mi hijo con epilepsia refractaria. Quedó postrado el 2012 producto de una negligencia médica”, contó esta ingeniera en comercio internacional quien se volvió una experta en políticas públicas de cuidado con perspectiva de género.

Sáez resume que “la situación de las mujeres cuidadoras es muy mala, muy precaria. Hay una sola causa, que es el trabajo de cuidar, pero las consecuencias son multidimensionales….desde deterioro físico hasta falta de legislación que proteja de formas de violencia. Y desde el núcleo familiar hasta lo que la sociedad o el Estado agregan”.

Alerta también sobre las consecuencias económicas del cuidado de personas dependientes.

Cuenta casos con un gasto equivalente a 156 dólares mensuales tan solo en pañales para una persona que no controla esfínteres. Y recuerda que el Estado entrega una ayuda económica denominada estipendio que equivale a 33 dólares.

Teresa Valdés, coordinadora del Observatorio de Género y Equidad de la Universidad Católica de Chile destaca el valor del registro de personas cuidadoras impulsado por el gobierno chileno, pero subraya la importancia de experiencias e iniciativas municipales que impulsan casas y centros de atención para facilitar la vida de las mujeres cuidadoras. 

La dimensión del problema

Precisar cuántas son las mujeres cuidadoras en Chile es una tarea pendiente.

El gobierno izquierdista de Gabriel Boric, creó un sistema para que las personas cuidadoras puedan registrarse y reciban una credencial que da facilidades para acceder a servicios públicos.

“La credencial es la puerta de entrada para el Sistema Chile Cuida. Con ella buscamos hacerlas visibles en servicios e instituciones y retribuirles su labor ahorrándoles tiempos de espera en trámites cotidianos”, explicó a IPS la ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana.

Hasta ahora, hay 85 817 personas inscritas, de las cuales 74 650 son mujeres, vale decir, 87 % del total, y 11 167 hombres, según los datos aportados a IPS este jueves 14 por la Subsecretaría de Servicios Sociales del Ministerio de Desarrollo Social y Familia.

Pero Chile tiene 19,5 millones de habitantes, y “17,6 % de la población adulta tiene algún grado de discapacidad y, por ende, requieren del cuidado y el apoyo diario de otras personas en los hogares”, indicó la ministra.

Eso significa 3,4 millones de chilenos dependientes de una persona cuidadora.

Según Orellana, para enfrentar el escenario de cuidados proyectado por el envejecimiento de la población se requerirá la colaboración de todos para “crear y sostener un sistema económico y productivo que genere trabajo decente y empleo formal, sin dejar a nadie atrás”.
Otras urgencias reclamadas por mujeres

La socióloga Teresa Valdés, coordinadora del Observatorio de Género y Equidad, destacó a IPS que son muchos los problemas sociales que enfrentan hoy las chilenas “sobre todo los que tienen que ver con acceso a salud, previsión, desigualdades en remuneraciones y de acceso a distintos bienes y servicios”.

Valdés lamentó que se hable de mujeres cuidadoras para referirse a este rol que las mujeres desarrollan y tareas que les son asignadas culturalmente en forma prioritaria.

“Todas somos cuidadoras, todas las mujeres desarrollamos doble jornada. La encuesta del uso del tiempo muestra que desarrollamos 41 horas adicionales semanales de trabajos llamados no remunerados que son de cuidados reproductivos”, aseveró.

Según Valdés, el principal avance en este problema es instalarlo en el debate porque se trata de políticas que requieren muchos recursos y desarrollo amplio pues tienen que ver con la estructura de trabajo.

“Parte de la propuesta debe ser cómo se ¡desgeneriza’, cómo los cuidados pasan a ser tareas de responsabilidad compartida y no solo que las mujeres tengamos más tiempo para hacer la tarea de cuidado”, aseveró.

“Cuando se nombra a mujeres cuidadoras se está nombrando al grupo más afectado por las condiciones de división sexual del trabajo y de reproducción de la familia”, añadió.

La especialista propone ir progresivamente identificando maneras de apoyar a las cuidadoras para facilitarles tiempo disponible y cuidar su salud mental.

Elogió los programas que impulsan algunos municipios para liberar tiempos para que esas mujeres puedan tener esparcimiento y autocuidado.

“Hay que ir hacia una concepción cultural de que todos somos dependientes. Hoy día dependo yo, mañana dependes tú. El cuidado es una tarea social en que yo cuido hoy para que tú me cuides mañana. Y eso es algo que tiene que iniciarse desde la más tierna infancia”, concluyó.

Fuente: IPS

¿Qué es la endometriosis?




Foto de archivo. EFE/ Francisco Guasco

Tarda en diagnosticarse entre 7 y 8 años de media. Puede provocar dolor e infertilidad. Y afecta a una de cada diez mujeres en España. Todo ello son características de la endometriosis, una enfermedad crónica caracterizada por el crecimiento de un tejido similar al revestimiento del útero fuera de este órgano, y a menudo infradiagnosticada debido a la normalización del dolor menstrual.

Cada 14 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Endometriosis para visibilizar y aumentar la conciencia en torno a esta dolencia que afecta a una de cada diez mujeres en edad reproductiva, unos 2 millones en España y 190 millones en todo el mundo.

Diagnóstico tardío

A pesar de su alta prevalencia, esta enfermedad sigue siendo difícil de diagnosticar y puede demorarse entre siete y ocho años de media, según el Ministerio de Sanidad.

El infradiagnóstico se podría deber a la falta de conciencia sobre la enfermedad y a la normalización del dolor menstrual incapacitante, además de que comparte cuadro sintomático con enfermedades digestivas y con otras enfermedades ginecológicas.

"Miles de mujeres acuden a consultas médicas cada año por tener dolores menstruales incapacitantes y reciben una respuesta que normaliza y minimiza ese dolor. Hasta que dan con un profesional formado en la materia no suele producirse el diagnóstico y posterior tratamiento, pero eso no debería ser así", explica la CEO de CYCLO Menstruación, Macarena Quintano.

No es raro que la mayoría de ellas hayan escuchado alguna vez frases como "es normal" al acudir a una consulta médica con dolor abdominal. Pero, como explica la jefa de Sección del Servicio de Obstetricia del Hospital Severo Ochoa, Laura de Mingo, no se puede considerar normal que la menstruación duela.

"La dismenorrea (dolor durante periodo menstrual) puede estar asociada a enfermedades como adenomiosis, endometriosis…que deben valoradas por un ginecólogo", zanja.
Dolor, fatiga o inflamación

Los síntomas clásicos de la endometriosis incluyen dolor menstrual (dismenorrea), dolor durante las relaciones sexuales (dispareunia), al defecar o al orinar, infertilidad y dolor pélvico crónico de más de 6 meses de duración. La fatiga, la inflamación abdominal y las náuseas también pueden estar presentes.

Entre el 30 % y el 40 % de las mujeres con endometriosis sufren de infertilidad, y entre el 20 % y el 30 % experimentan sangrados anormalmente abundantes.

La enfermedad no tiene cura, pero se puede mejorar la calidad de vida de las mujeres que la padecen con tratamientos farmacológicos, quirúrgicos, nutricionales y de fisioterapia.

Por ejemplo, dado su característica de enfermedad inflamatoria, puede ser mucho más llevaderas con cambios en la dieta, por lo que cada vez son más los especialistas que recomiendan alimentos antiinflamatorios a las mujeres afectadas.

"Seguir una dieta rica en proteínas vegetales como las alubias y las lentejas; verduras y frutas; cereales integrales y grasas buenas, puede reducir la inflamación que acompaña a la endometriosis", afirma Joe Travers, nutricionista de INTIMINA

La fibra y los fitonutrientes de las plantas "ayudan a las bacterias beneficiosas del intestino, que a su vez indican a nuestro sistema inmunitario que calme los procesos inflamatorios", añade.
Educación menstrual para mejorar el diagnóstico

Cada año son más los esfuerzos para abordar este problema de infradiagnóstico y mejorar la atención a las pacientes. Además, eventos como los festivales Endomeque? y el Endofest mergen para visibilizar y recaudar fondos para la investigación y el tratamiento.

En 2016 la directora y productora de cine Shannon Cohn grabó el famoso documental 'EndoWhat?' con testimonios de pacientes para tratar de constribuir desde el audiovisual a la pedagogía sobre la enfermedad.

Por su parte, para Quintano "una buena educación menstrual y una visión del ciclo como signo vital aumentarían el conocimiento del ciclo menstrual normal y evitarían años de dolor y consultas médicas a miles de mujeres, con el consiguiente ahorro también para el sistema sanitario".

"La educación menstrual debe ser anterior a la menarquia, para asegurarnos de que las niñas conocen lo que ocurre en sus cuerpos, y debe tener un enfoque integral, dando información de calidad para que cada una pueda elegir las opciones que más le convienen en cada etapa de su vida", explica la CEO de CYCLO.

Esta es la única forma de conseguir que, si una niña o mujer tiene dolores incapacitantes por su menstruación, "este dolor no se normalice y se diagnostiquen lo antes posible enfermedades como la endometriosis", concluye Quintano.

Por Laura de Grado 
Fuente: Efeminista

marzo 17, 2024

Desigualdad en los escenarios: "Los grandes festivales deberían hacer el esfuerzo de ser más paritarios"

Los festivales de mujeres se presentan como “acciones reivindicativas" para señalar "el desequilibrio"
“Muchas veces nos ponen en la letra pequeña del cartel y realmente los headliners son todo hombres”

La cantante Nathy Peluso durante su actuación en el Festival Actual 2022 de Logroño

La vuelta a la “normalidad” por el avance de la pandemia y el progreso de las vacunas, ha supuesto el regreso de los grandes festivales de música para este 2022. Los eventos se retoman, muchos aplazados a causa del coronavirus, pero la realidad se repite: la desigualdad sigue presente en sus carteles. 

La música en directo fue la gran perjudicada con una enorme oleada de cancelaciones y aplazamientos que concluyeron en su mayoría en cancelaciones o en conciertos con las medidas sanitarias de seguridad. “Como han venido dos años muy difíciles para el sector, creo que el tema del género ha sufrido un retroceso”, asegura a RTVE.es Natalia San Juan, fundadora de la plataforma Femnoise. 

Esos aplazamientos de carteles han arrastrado parte de la brecha de género que existe desde siempre. “No hay gran modificación de nuevo escenario y las mujeres salen más perjudicadas en cuanto a contrataciones”, explica San Juan. 

Celia Carrillo, una de las vocales de la asociación Mujeres en la Industria de la Música, conocida como MIM, señala que este año “vemos el mismo desequilibrio y algunos ejemplos muy bizarros en los que no habrá ni un 2% de mujeres”. “No creo que ninguno llegue al 50% de paridad", destaca San Juan. 

De la misma forma, incide Julio Martí, vocal de la junta directiva de Asociación de Promotores Musicales (APM), en que “hay festivales que tienen mucha música de grupos de rock históricos y tradicionalmente son hombres”. 

Desde la asociación de Mujeres y Música (MYM) todos los años realizan un recuento de algunos festivales de música en España diferenciando por género los artistas confirmados. De 2021 todavía no hay análisis, pero de 2020 ya se hizo un recuento de las confirmaciones de los festivales a pesar de que muchos fueron cancelados o aplazados por la pandemia. Y se puede observar que cuatro de cada cinco artistas son hombres en los festivales de 2020. 

No obstante, se ha incrementado con los años la presencia de mujeres en los festivales según el estudio de la asociación. Desde 2017 realizan este recuento, en el que registraron solo un 11,87% de músicas frente a hombres. En cambio, en 2020 se calculó una media de 20,48% de mujeres en festivales, aunque hay que tener en cuenta el factor de la pandemia. 

Festivales pequeños o grandes: necesidad de compromiso con la igualdad

A primera vista, se puede pensar que esta labor de igualdad se tiene menos en cuenta en festivales mucho más grandes que pueden mirar solo por sus intereses económicos. Pero, Carrillo afirma que “hay festivales muy pequeños y locales que tienen todo el cartel de hombres”. 

Martí piensa que en los festivales pequeños es probable que no haya más mujeres, debido a que "hay pocos grupos”, destaca. 


“Los grandes festivales tienen mayor responsabilidad y deberían de hacer el esfuerzo de ser más paritarios“

En cambio, los grandes cuentan con más espacio, escenarios y artistas. Por lo que “debería ser más sencillo poder contar con las mujeres”, destaca Carrillo. En este mismo sentido Martí opina que “los grandes festivales tienen mayor responsabilidad y deberían de hacer el esfuerzo de ser más paritarios”. 

Una responsabilidad social que debe de aplicarse en estos grandes eventos. “Si llevas a cabo el activismo feminista, sabes que lo que vas a hacer va a tener más impacto”, subraya Carrillo. 

En el caso personal de Julio Martí, promotor del festival las Noches del Botánico de Madrid, comenta que tiene confirmados 48 conciertos en 21 días. “Tengo 20 artistas femeninos, que son casi la mitad, pero tengo doble cantidad de artistas masculinos porque no he encontrado más”, afirma Martí. 

Aunque Carrillo reivindica que hay que intentar no acudir al “no he encontrado mujeres", por lo que "hay que seguir buscando”. Es importante “hacer un esfuerzo un pelín mayor por buscar más artistas. Existe muchísimo talento”, asegura San Juan. 

En el mismo sentido, Martí señala que “el talento de las mujeres está destacando muy por encima del que habitualmente tenía”. Además, "más referencias femeninas no es menos negocio", asegura Carrillo. 

Festivales de mujeres para reivindicar

Ante esta brecha, los festivales de mujeres se convierten en una propuesta para reivindicar su presencia en los escenarios. Hace unas semanas se enunciaba el festival el Ribera Sound con un cartel que incluye solo artistas femeninas. “Cualquier iniciativa que sea una discriminación positiva nos favorece”, destaca San Juan. 

El hecho de que existan festivales solo de mujeres para Carrillo significan “acciones reivindicativas para llamar la atención a una situación de injusticia y de desequilibrio”. 

Con ello no se pretende que las mujeres queden relegadas a espacios exclusivamente para ellas. Años atrás, en algunos festivales llegó a haber un “escenario de mujeres, como si la música femenina fuese un género musical”, crítica Carrillo. 

Por lo que se tiene que tomar como “una reivindicación, pero no como una tónica de que sea siempre así”, comenta San Juan. Es una manera de poner el foco “sobre la necesidad de dar más espacio para mujeres”, añade San Juan. 

“Me parece una buena idea, pero no sé hasta qué punto puede funcionar. Yo no creo que haya que posicionarse de una manera potente en un sentido o en otro", señala Martí. Se alegra de que puedan ir bien este tipo de iniciativas, pero opina que “lo adecuado para el futuro es que estén mucho más nivelados y proporcionados todos los festivales”. 

No solo mujeres en los carteles, un cambio en toda la industria musical

La lucha contra esta desigualdad no solo está centrada en que las mujeres ocupen los escenarios, sino que también se posicionen como cabezas de cartel. “Muchas veces nos ponen en la letra pequeña del cartel y realmente los headliners son todo hombres”, critica San Juan. 

“Las grandes referencias de la música están en la parte de arriba del cartel”, explica Carrillo. Y que las artistas femeninas no estén en la letra grande deriva a que sea “más difícil tomar referencias y que una chica quiera montar una banda”, añade. 

Estos grandes nombres al estar en una posición de privilegio, deberían “demandar igualdad en los carteles en los que ellos participan”, apunta Carrillo. 


“Este movimiento de que surjan nuevos festivales con un punto de vista de género, también tiene que reflejarse en la parte técnica“

Natalia San Juan también pone el foco en las personas que trabajan detrás de los escenarios. "Este movimiento de que surjan nuevos festivales con un punto de vista de género, también tiene que reflejarse en la parte técnica”, reivindica. “Muchas veces nos quedamos con solo la impresión de los carteles paritarios, pero es muchísimo más importante también el que toda la industria sea más consciente”, prosigue. 

No hay tanta representación ni detrás de los escenarios ni encima de ellos. No obstante, la ocupación de estos espacios está liderada por mujeres. “Está clarísimo que más del 50% de las entradas las compran mujeres”, asegura Carrillo. “Vendemos más tickets a mujeres que a hombres”, reafirma Martí. 

“Sin embargo, asisten a conciertos en su mayoría de hombres porque son los que hay, pero eso ya demuestra un desequilibrio”, confirma Carrillo. 


“La solución es el activismo feminista dentro de todos los festivales“

Para atender a esta mayoría de mujeres entre el público y conseguir que las artistas se posicionen arriba de los escenarios, “la solución es el activismo feminista dentro de todos los festivales”, sostiene Carrillo. El principal objetivo sería que los organizadores de los festivales asumieran “ese papel feminista en la forma de programar, como también en la forma de diseñar sus festivales”, señala Carrillo. 

Puesto que Carrillo insiste en que hay tener en cuenta las necesidades de todas las personas que van a los festivales. Entre estas medidas se pueden crear, por ejemplo, “los llamados puntos morados, con la no permisión del abuso o con la vigilancia de que no haya situaciones de acoso”, indica. 

Espacios inclusivos que cada vez están reivindicandose más en el sector, como el nuevo festival Diversity en Valencia. De este evento Martí destaca que “va a tener muchos artistas LGTBI y al mismo tiempo mujeres y hombres”. 

Por lo que la solución está en buscar el equilibro y en que los espacios respeten a todas las identidades. “Hablemos de espacios inclusivos, no queremos que solo haya festivales de mujeres, sino que queremos que exista paridad en los grandes festivales y en los pequeños”, reclama San Juan. 

La importancia de tomar medidas desde varias instituciones

Desde siempre, las iniciativas empiezan en los pequeños colectivos que sufren estas consecuencias de la desigualdad. Natalia San Juan indica que Femnoise surge como una plataforma “para reunir a distintas mujeres en el mundo de la música”. 

En su web tienen un mapa, entre otras cosas, que pone en contacto esta red de mujeres, y que pretende llevarse a una próxima aplicación móvil. “Se puede buscar por ubicación, por tipo de música o por ocupación”, explica San Juan. 

Por otro lado, MIM es una asociación feminista, sin ánimo de lucro, que asocia a hombres y mujeres por la igualdad de género en la industria de la música en España. En 2020 el colectivo logró realizar junto con la Universidad Carlos III el primer Estudio de género en la industria musical en España. En el que revelaron la gran precariedad económica del sector musical: casi el 70% de las mujeres cobra menos del sueldo medio español masculino. 

Entre sus logros, la asociación también consiguió unirse a un programa de mentoring a través de la Comisión Europea “para relacionar a jóvenes artistas con las profesionales más expertas con el propósito de asegurar que en las próximas generaciones haya mujeres jefas en la música”, señala Carrillo. Aunque sus acciones se han visto bastante limitadas, ya que no han contado apenas con fondos económicos por parte de las ayudas públicas. 


“Todo lo que está sostenido con dinero público debería de tomar ese activismo de acción positiva“

Y son precisamente la instituciones públicas las que fomentar la igualdad en espacios como pueden ser los festivales. “Todos los grandes festivales reciben dinero público. Entonces, deberían asegurar que van a trabajar con carteles paritarios porque están trabajando bajo la ley de la igualdad”, reivindica San Juan. Y de la misma forma, opina Carrillo: “Todo lo que está sostenido con dinero público debería de tomar ese activismo de acción positiva para asegurar que la cultura que apoyan sea en igualdad”. 

Como ejemplo de igualdad, Natalia San Juan señala el programa europeo, Key Change, financiado por la Comunidad Europea. “Promueven que distintos festivales alrededor del mundo firmen un acuerdo en el se comprometen a crear espacios más paritarios”, explica. Medidas a gran escala que se hacen necesarias, puesto que aunque existan "muchas acciones pequeñitas, ahora necesitamos generar un cambio a nivel global”, afirma. 

Dentro de la financiación de los festivales, la publicidad tiene un gran peso, por lo que incluso los patrocinios también podrían exigir esta paridad. “Un espónsor de un festival debería poner ojo a donde pone el dinero”, recalca San Juan. 

Julio Martí ve como una de las soluciones incidir en la opinión pública. “Si se va replicando en diferentes medios, la gente va a tener que reaccionar”, asegura. Esta llamada reivindicativa abre la puerta a concierciar sobre el tema. “No todos los festivales van a ser considerados igual en un futuro si no cumplen con los valores que su público requiere”, insiste. “Y no hay festival que quiera estar en contra de la opinión pública”, añade. 

En el terreno de los promotores Martí asegura: “no podemos ser sancionadores”. Por lo que las reuniones son habituales para llamar la atención o conseguir ciertos cambios que ayuden. Además, destaca que “hay mucho interés en los promotores en esa apertura” hacia la igualdad. No obstante, si la situación sigue así dentro unos años, afirma que habrá que “tomar otras posturas” al respecto.

Por  María Luisa Calvo Monedero
Fuente: RTVE

Por qué la carga mental desborda a las mujeres y lastra la igualdad

¿Quién se acuerda de comprar leche? ¿Quién organiza las tareas de la casa? ¿Quién conoce las citas médicas de los más pequeños? En la mayoría de los hogares de todo el mundo, la respuesta suele ser fácil: ellas. Eso sí, este estrés psicológico adicional y muchas veces invisible fruto de la presión doméstica y laboral posee un alto coste.

Agotamiento, falta de energía, alteraciones del sueño, irritabilidad e insatisfacción general son alguno de los indicadores de carga mental. / Adoble Stock


El concepto de carga mental no es nuevo. Históricamente ligado al cuidado de los mayores o al entorno laboral, en 1996 la socióloga Susan Walzer comenzó a usarlo en su estudio Thinking about the baby para hablar de las mujeres que se sienten abrumadas por las responsabilidades del trabajo y del hogar, así como por el cuidado de sus hijos e hijas.

“Las mujeres hemos sufrido más carga mental porque, por distintos motivos, siempre hemos liderado los cuidados”, explica a SINC Montserrat Lacalle, doctora en Psicología y docente en la Universidad Autónoma de Barcelona. “Además, en las últimas décadas hemos entrado en el mercado laboral sin que esto haya comportado un cambio en el resto de las obligaciones, lo que propicia la saturación”.

Este estrés psicológico adicional y muchas veces invisible fruto de la presión doméstica y laboral ha sido investigado en todo el mundo, especialmente en los últimos años. Un artículo publicado en octubre de 2023 analiza la división por sexos de toda la actividad que supone organizar una familia y las tareas del hogar en los países europeos y lo que esto supone en la progresión laboral.


Las mujeres hemos sufrido más carga mental porque, por distintos motivos, siempre hemos liderado los cuidados
Montserrat Lacalle, psicóloga de la UAB


“Las mujeres prosperan menos en el mercado laboral que los hombres. Una de las razones es que realizan mucho más trabajo no remunerado en casa, un hecho bien documentado en todas las sociedades”, dice a SINC Andreas Haupt, sociólogo que trabaja en el Instituto de Tecnología de Karlsruhe (Alemania) y coautor del estudio.

“Sin embargo, investigaciones recientes especulan con que estamos pasando por alto una dimensión crucial de las tareas domésticas que llamamos trabajo cognitivo. Esto incluye planificar, organizar, programar, anticipar, seleccionar opciones o recordar cosas. Y grandes cantidades de estas labores (además de otras remuneradas) aumentan en gran medida los niveles de estrés de las mujeres”, añade.

“Pero no es el trabajo cognitivo en sí lo que estresa, sino las tareas complejas, frecuentes o con escaso control sobre el resultado. Por lo general, se trata de acciones que afectan a otros miembros de la familia (en particular, niños pequeños y ancianos)”, continúa Haupt. “Y las mujeres asumen este tipo de funciones con mucha más frecuencia y en mayor proporción que los hombres, por lo que manifiestan niveles de agotamiento significativamente más elevados”.
El engaño del reparto de tareas

A pesar de que hoy en día en muchas familias se comparten funciones, aún se está lejos de conseguir un equilibrio y una división equitativa. “Si queremos un sistema igualitario, eso no se describe como una ayuda por parte de los hombres, sino cómo los dos miembros de una pareja actúan en pro de un mismo objetivo”, recalca Lacalle.

“Uno de los mayores obstáculos para un reparto justo del trabajo cognitivo en la pareja es la falta de conciencia”, expone por su parte Dafna Gelbgiserb, la otra coautora del estudio. “La mayoría de los miembros simplemente no reconoce las labores del otro. Además, es crucial advertir que estas tareas pueden provocar un estrés continuo importante, con consecuencias negativas para la vida familiar y laboral”.


A pesar de que hoy en día en muchas familias se comparten funciones, aún se está lejos de conseguir un equilibrio y una división equitativa

“Hay que dejar claro que las mujeres no son naturalmente mejores para organizar el hogar, este es un mito persistente. Estas normas de género generan fuertes expectativas para que ellas hagan más este trabajo”, insiste Gelbgiserb. “Si las sociedades quieren promover estilos de vida igualitarios, este tipo de desigualdad debe abordarse y, por tanto, sacarse a la luz”.

Aunque el trabajo no analizó el caso concreto de nuestro país, sus datos no muestran grandes diferencias entre territorios de Europa en la relación entre trabajo cognitivo y agotamiento. “Suponemos que España encaja bien en el panorama general”, sostienen.
La culpa, el enemigo número 1

Otro punto fundamental tiene que ver con saber delegar. “Muchas veces en consulta vemos que hay personas en situación de sobrecarga que no son capaces de pedir refuerzos o encomendar tareas a otros, por lo que parte de la responsabilidad es del propio individuo”, apostilla Lacalle.

“Las mujeres a veces podemos ser muy exigentes y nos gusta hacer las cosas de una determinada manera”, argumenta. “Por ello, para recibir la cooperación desde fuera hay que ocuparse igualmente de ese nivel de exigencia, ser más flexible y entender que cada uno lo hace de una manera distinta”.

Tener carga mental implica que una persona está en alerta constante para dar respuesta a todas las demandas que se le presentan

Esto resulta primordial para evitar, o al menos limitar, el sentimiento de culpa. “Cuando ellas asumen mucha carga mental y dejan de hacer algunas tareas para las realice otro miembro de la familia, se sienten culpables. Al final resultan una especie de responsabilidades inconscientes que tenemos ahí”, anota la experta.

Desde luego, es muy difícil hacer un cambio si existen este tipo de barreras. “En esa reorganización de tareas –para que no recaigan todas sobre la mujer–, tenemos que ser conscientes que también hay un trabajo que realizar con ella para que sepa desprenderse sin culpa y pedir esa colaboración. Nos han inculcado tanto esa responsabilidad de cuidado que a veces cuesta soltar”, proclama.

Cómo saber si sufres carga mental

A efectos prácticos, tener carga mental implica que una persona está en alerta constante para dar respuesta a todas las demandas que se le presentan. Incluso si esos requerimientos no son aparentemente muy señalados, se trata de un proceso sumativo.

“El sistema nervioso se hiperactiva y desencadena una serie de síntomas físicos: cansancio, agotamiento, falta de energía y alteraciones del sueño o en la comida. Y en el plano emocional aparecen irritabilidad, tristeza y la no realización o insatisfacción general”, puntualiza Lacalle.

Es crucial que una persona conozca qué tareas está haciendo, que sea consciente de cómo es su día a día y que aprenda a priorizar
Montserrat Lacalle, psicóloga de la UAB

La psicóloga asegura la importancia de identificar estos síntomas para poder abordarlos, aunque no siempre es fácil. “Algo que puede ayudar es, más allá de fijarse en cómo se sienten emocional o físicamente, observar cómo se están comportando. A veces es más sencillo darse cuenta de conductas más objetivables como la falta de concentración, la poca resolución o la aparición de olvidos”, aconseja.

“Y a partir de ahí, valorar qué se puede hacer para cambiar el escenario y para que, consecuentemente, cuenten con otra manera de afrontar y de sentirse”, apostilla. “Es crucial que una persona conozca qué tareas está haciendo, que sea consciente de cómo es su día a día y que aprenda a priorizar. A veces todo parece que requiere una máxima trascendencia y urgencia, cuando en realidad no es así”.

El paradigma de la pandemia

Entre otros cambios en la vida tal y como la entendíamos antes de 2020, la pandemia logró que se pusiera en un primer plano la salud mental. Desde entonces la sociedad demanda la importancia de disfrutar de bienestar emocional y habla sin tantos tapujos de ansiedad, depresión u otro tipo de trastornos.

Tampoco podía ser menos la carga mental, con numerosos estudios que analizan la situación en esa época concreta. Un artículo publicado también el octubre pasado examina esta sobrecarga en las madres que trabajaron desde casa durante la epidemia por covid-19.

Muchas mujeres soportan cargas mentales pesadas e intangibles que repercuten en su bienestar general y en el tiempo de que disponen para realizar un trabajo remunerado

“La carga mental afecta a muchas mujeres, su omnipresencia e invisibilidad la convierten en una potente barrera para la felicidad y la promoción profesional”, afirma a SINC Caitriona Delaney, primera autora e investigadora en la Universidad Tecnológica de Dublín (Irlanda).

“Por supuesto, dicha sobrecarga es especialmente significativa para aquellas que crían solas a sus hijos y para las que, además de su trabajo remunerado, poseen obligaciones adicionales, como el cuidado de sus padres ancianos”, agrega.

Esta publicación remarca cómo muchas mujeres soportan cargas mentales pesadas e intangibles que repercuten en su bienestar general y en el tiempo de que disponen para realizar un trabajo remunerado, lo que, como era de esperar, se vio gravemente afectado durante la pandemia.

“Trabajar desde casa puede no ser la gran solución para las mujeres trabajadoras que muchos sugieren, debido en parte a la invisibilidad de la carga mental, porque esta no se reduce necesariamente en este escenario”, recalca Delaney.
Sensibilizar sobre ello es clave

Sobre si se puede hacer algo para mejorar o aligerar dicha sobrecarga, Lacalle ya valora que en estos momentos se empiece a tratar más este tema y se le ponga nombre. “Ahora estamos cada vez más concienciados. Es fundamental que en los últimos años hayamos empezado a hablar de ello como un primer paso para después hacer algo para cambiarlo. Porque si algo no tiene nombre, no existe”. 

La sociedad es cada vez más consciente de que sufrir carga mental es un problema, pero resulta necesario aún aumentar la sensibilización

En definitiva, si bien la sociedad es cada vez más consciente de que sufrir carga mental es un problema, resulta necesario aún aumentar la sensibilización. Delaney lo tiene claro: “Poner sobre la mesa esta cuestión puede llevar a que la gente sea capaz de poner en marcha estrategias para anular o restringir su impacto. Claro está, su relevancia debe recaer igualmente en los empresarios y los responsables políticos”. 

“Resulta preciso un andamiaje social en forma de apoyo para avanzar hacia el reconocimiento y la reducción de la carga mental que soportan las mujeres trabajadoras”, concluye.

Fuente:  SINC

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